
La autoestima no es algo que se tiene o no se tiene, sino un vínculo que cultivamos día a día con nosotras mismas. Es la forma en que nos miramos, nos hablamos y nos acompañamos en los momentos de luz… y también en los de sombra.
Fortalecerla no implica volverte “más segura” de golpe, sino aprender a sostenerte con más amor y comprensión. A continuación te comparto tres ejercicios sencillos, pero poderosos, para empezar a reconectar con tu valor interior.
1. Mírate con ternura
Cada mañana, al mirarte al espejo, toma un instante para encontrarte con tu propia mirada.
No te critiques ni te analices: simplemente mírate con amabilidad, como lo harías con alguien a quien amas.
Puedes decirte en silencio: “Estoy aquí contigo. Te veo. Te honro tal como eres.”
Practicar esta mirada amorosa transforma lentamente la forma en que te percibes, devolviéndote la confianza y la calidez hacia ti misma.
2. Escribe tus pequeñas victorias
Cada día, anota tres cosas que hiciste bien o por las que te sientes orgullosa.
No tienen que ser grandes logros: puede ser haber descansado cuando lo necesitabas, haber puesto un límite, o haber afrontado algo que te daba miedo.
Este hábito entrena tu mente a reconocer lo que sí está bien, en lugar de enfocarse solo en lo que falta.
Con el tiempo, verás cómo tu autovaloración se asienta en algo más profundo y real.
3. Escucha tu voz interior
Dedica unos minutos en silencio a escuchar qué necesitas hoy.
Quizá descanso, compañía, movimiento, o simplemente respirarte.
Pon tu mano sobre el corazón y pregúntate: “¿Qué necesito para sentirme bien conmigo hoy?”
Honrar esa respuesta —por pequeña que sea— es una forma directa de fortalecer tu autoestima, porque te vuelves tu propia aliada.
💡 Recuerda
La autoestima florece cuando aprendemos a tratarnos con respeto, paciencia y ternura.
No se construye desde el esfuerzo, sino desde la presencia.
Cada gesto amoroso hacia ti es un paso de regreso a tu centro.

