El ego: tu saboteador interior (desde la visión de Un Curso de Milagros)

En la enseñanza de Un Curso de Milagros, el ego no es una parte “mala” de ti, sino una forma de pensar basada en la separación.

Es la voz del miedo, la que te hace creer que estás sola, incompleta o en falta. El ego nace de la idea de haber perdido tu conexión con el Amor —con Dios, con la Vida, con tu Ser—, y pasa el resto del tiempo tratando de compensar esa aparente pérdida a través del control, la comparación o la búsqueda constante de aprobación.

El juego del ego

El ego siempre busca tener razón, ganar o ser especial. Pero, como enseña el Curso, “nunca se pregunta: ¿para qué?”.

Su propósito no es tu paz, sino tu conflicto, porque solo en el conflicto el ego se siente vivo.

Te susurra pensamientos como:

  • “No eres suficiente.”
  • “Tienes que hacerlo mejor.”
  • “Si cambias, te van a rechazar.”

Y aunque parezcan pensamientos tuyos, no lo son.

El Curso enseña que el ego es una voz aprendida, una programación mental que te mantiene identificada con la culpa y la separación.

Cómo reconocerlo y deshacerlo

    1. Obsérvalo sin miedo.
      El ego no se deshace combatiéndolo, sino viéndolo con conciencia. Cada vez que lo observas con serenidad, la luz de tu mente empieza a deshacer su ilusión.

 

    1. Elige de nuevo.
      UCDM enseña que siempre puedes elegir de nuevo: elegir la Voz del Espíritu Santo en lugar de la del ego. Esa voz es suave, amorosa, y nunca juzga. Te recuerda que ya eres inocente, que no tienes nada que demostrar.

 

  1. Practica el perdón verdadero.
    No el perdón del ego (“yo soy el que perdona porque tengo razón”), sino el perdón que reconoce que nada real puede ser amenazado. Perdonar, según el Curso, es recordar que todo ataque viene del miedo, y que detrás de cada miedo solo hay una petición de amor.

🕊 Volver a la mente recta

Cada vez que eliges la paz en lugar del juicio, el amor en lugar del miedo, estás recordando quién eres realmente.

El ego no se destruye: simplemente deja de tener sentido cuando eliges escuchar la Voz del Amor.

Y ahí, en ese silencio interior, descubres que nunca hubo nada que sanar, solo algo que recordar: que ya eres, y siempre fuiste, Amor.

 

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