
Escuchar de verdad es mucho más que oír palabras. Es abrir el corazón para acoger lo que el otro está viviendo, sin juicios, sin prisas, sin querer cambiar nada.
En un mundo donde todos hablan, la verdadera escucha es un acto de presencia. Es sostener un silencio vivo que permite que el alma del otro se exprese.
Cuando somos escuchadas así, algo dentro de nosotras se reordena. Nos sentimos vistas, comprendidas, reconocidas en nuestra humanidad más profunda.
Escuchar también implica volver a escuchar(te):
- atender lo que tu cuerpo susurra,
- lo que tu emoción señala,
- lo que tu intuición intenta decirte.
En el espacio terapéutico, la escucha auténtica es el punto de partida. Desde ahí, comienza el proceso de volver a ti: a tu voz, tu verdad, tu ritmo.

