Cómo superar la muerte de un ser querido

A lo largo de toda nuestra vida tenemos que ir afrontando un continuo de pérdidas y separaciones. La propia muerte y la de nuestros seres queridos sean quizás las más temidas. Cuando algunos de esos vínculos se rompen, surge un periodo de dolor y fuerte impacto emocional al que llamamos duelo. En el proceso de duelo, todas las dimensiones de la persona se ven afectadas (dimensión física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual) de tal manera que la persona se puede llegar a sentir incapaz de superarlo y puede desarrollar un duelo patológico que requerirá la intervención de un profesional especializado o un psicólogo/a para acompañar en la recuperación. Para el completo restablecimiento de esta pérdida, habrá que superar una serie de tareas que habrá que atravesar para recolocar emocionalmente la experiencia y al ser querido para poder seguir adelante con la propia vida. El duelo, en principio es un proceso normal y el psiquismo, por su propia dinámica interna se cura a sí mismo, pero esto ocurre sólo si nos enfrentamos al dolor en vez de negarlo. Si no aprendemos a asimilar el sufrimiento de la pérdida, podrían aparecer enfermedades físicas e incluso mentales que irán desmoronando el equilibrio vital.

Contenidos

  • 1 ¿En qué consiste el proceso de duelo?
  • 2 ¿Qué sucede cuando se complica el proceso?
  • 3 ¿Qué podemos hacer para superar la pérdida de un ser querido?
  • 4 Hacia una nueva etapa de vida

¿En qué consiste el proceso de duelo?

El duelo, (del latín dolus, dolor) es una reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto o evento significativo. También podría definirse como una reacción emocional y de comportamiento en forma de sufrimiento y aflicción cuando un vínculo afectivo se rompe. Incluye componentes físicos, psicológicos y sociales, con una intensidad y duración proporcionales a la dimensión y significado de la pérdida.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que el duelo, es un proceso normal, una experiencia humana por la que pasa toda persona que sufre la pérdida de un ser querido. En un principio se considera una respuesta normal, ahora bien, si las tareas no se resuelven de la manera adecuada puede acabar siendo un duelo patológico.

El duelo, es producido por cualquier tipo de pérdida, y no sólo es aplicable a la muerte de una persona. Por lo tanto, el proceso de duelo se realiza siempre que tiene lugar una pérdida significativa, siempre que se pierde algo que tiene valor, real o simbólico, consciente o no para quien lo pierde. En realidad, hay una gran cantidad de tipos de pérdidas:

  • Pérdida de la vida: de otra persona o de la propia vida, son los casos de enfermedades terminales, accidentes, suicidios, en el que la persona se enfrenta a su final.

  • Pérdidas de aspectos de sí mismo: pérdidas físicas, referidas a partes de nuestro cuerpo, incluidas las capacidades sensoriales, cognitivas, motoras, psicológicas, por ejemplo la autoestima, o valores, ideales, ilusiones, etc.

  • Pérdidas emocionales. Como pueden ser rupturas con la pareja o amistades.

  • Pérdidas ligadas con el desarrollo: pérdidas relacionadas al propio ciclo vital normal, p.e, el paso por las distintas etapas o edades, infancia, adolescencia, juventud, menopausia, vejez, etc.

  • Pérdidas de objetos externos: se trata de pérdidas materiales, pérdidas al trabajo, la situación económica, pertenencias y objetos.

  • Fase de reorganización. En esta etapa, se van adaptando nuevos patrones de vida sin la persona fallecida, y se van poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona. Se comienza a establecer nuevos vínculos.

 

¿Qué sucede cuando se complica el proceso?

El duelo normal conlleva un sentimiento de tristeza, una idealización transitoria de la persona que hemos perdido, que conlleva cierta culpabilidad por no haber hecho todo lo que hubiéramos podido hacer por ella. El duelo patológico, en cambio, supone un incremento de la culpabilidad y una idealización persistente de la persona fallecida. En el caso de que no aprendas a asimilar el sufrimiento por esta pérdida, podría convertirse en un duelo patológico, y traducirse en un cuadro psicopatológico que podría desmoronar tu equilibrio vital. En estos casos, sería conveniente que solicitases el acompañamiento de un profesional especializado o un psicólogo/a que te guíese en este proceso.

La muerte de un ser querido es una de las experiencias más estresantes. Algunas investigaciones han demostrado que las situaciones de estrés están íntimamente relacionadas con la inmunodepresión y, por tanto, el organismo humano es más vulnerable a enfermar.

Hay que tener en cuenta que el olvido, no es la clave para vivir sanamente el duelo, no. El olvido mediante la represión parece que nos aleja de lo que nos hace sufrir, pero no lo consigue del todo, porque el recuerdo permanece enterrado en nosotros y sigue influyendo en cada instante de nuestra vida.

Las emociones reprimidas actúan generando tensión permanente, y como resultado de la tensión crónica puede surgir un síntoma físico, un doloroso e improductivo recordatorio de que estoy ignorando alguna emoción importante. En efecto, cuando no soy consciente de mis emociones, ni reconozco los procesos por los que estoy atravesando, es el síntoma o la enfermedad el único medio de expresión que le queda a nuestro organismo.

Algunas de las señales para saber si estás atravesando un duelo patológico pueden ser que:

  • El dolor moral que sientes se prolonga considerablemente en el tiempo.

  • La personalidad que tenías previa del fallecimiento de tu ser querido, no cuadra con la actual.

  • Te impide amar o interesarte por otros.

  • Te ves invalidado en tu vida diaria.

  • Eres incapaz de hacer frente a las responsabilidades.

¿Cómo superar la pérdida de un ser querido?

La estrategia fundamental para el manejo del duelo es darte tiempo y permiso para abordar de forma consciente el proceso y restablecerse. Es cierto que el tiempo en sí mismo no alivia pero se necesita para realizar una serie de tareas que te llevarán a la superación de la pérdida. El paso de los días y años, como dice Santiago Rojas, sin un proceso restaurador, sólo traslada el dolor de la superficie a la profundidad, pero la persona sigue atrapada en la amargura de su pena de lo que fue y ya no volverá a ser.

Debes utilizar el tiempo para expresar de forma honesta y auténtica los sentimientos que acompaña la pérdida, para aprender a vivir sin esa persona tan querida, para recuperar el interés por la vida, reconstruir el sentido de esta y así volver a gozar de tu existencia.

Para recuperarte tienes que permitirte bucear en tu interior y descubrir los sentimientos que habitan en ti, sin censurar, sin negar, pero tampoco recreándote en ellos y enganchándote, sin dejándolos ir. Es cierto que habrá momentos difíciles y emociones intensas que amenacen con romperte. Tendrás que atravesar esos desiertos con la fe y esperanza de llegará un mañana mejor.

Después de sufrir una pérdida hay ciertas tareas que debes realizar para restablecer tu equilibrio y para completar el proceso. Puesto que el duelo, es un proceso y no un estado, estas tareas requieren TU esfuerzo.

 Pasos para superar la pérdida:

1.-Acepta la realidad de la pérdida

La primera tarea del duelo es afrontar plenamente la realidad de que tu ser querido ha fallecido. Parte de la aceptación de la realidad es asumir que el reencuentro físico es imposible. La realización de esta tarea es imprescindible para seguir adelante.

Llegar a aceptar la realidad de la pérdida lleva tiempo porque implica no sólo una aceptación racional sino también emocional. La persona en duelo puede ser intelectualmente consciente de la pérdida mucho antes de que las emociones le permitan aceptar plenamente la información como verdadera.

En esta fase pueden surgir complicaciones al no aceptar la realidad de la pérdida y no creer lo que nos está ocurriendo mediante algún tipo de negación.

La negación, proporciona un alivio transitorio de la dura realidad psicológica de una pérdida potencial, pero es un problema en sí mismo, cuando, en sus formas extremas, impide una transformación que permita seguir adelante con la vida.

Algunas de las complicaciones o formas de negación que te pueden surgir:

  • Que niegues la realidad de la pérdida, desde una ligera distorsión a un engaño total.

  • Que niegues el significado de la pérdida. De esta manera, la pérdida se puede ver como menos significativa de lo que realmente es.

  • La negación también adquiere la forma de no sientas el dolor.

  • Que bloquees los sentimientos que están presentes.

  • Que evites pensamientos dolorosos.

  • Que idealices al difunto.

  • Que evites las cosas que te recuerdan a él o a ella.

  • Otra manera de que refuerces la negación es a través del alcohol, drogas o psicofármacos son otras maneras en que la gente refuerza la negación.

La negación desadaptativa la puedes trabajar de diversas maneras:

  • Cuenta con todo detalle, todo lo sucedido el día acerca de la muerte de tu ser querido.

  • Repite frases que represente la realidad. Por ejemplo mi hijo ha muerto, mi marido ya no está conmigo.

  • Acércate a todas las evidencias que te lleven a constatar que tu ser querido ha muerto, puedes hablar de la pérdida, contar las circunstancias de la muerte de manera objetiva, visitar el cementerio o lugar donde se han depositado las cenizas.

 

2.-Expresa tus sentimientos y el dolor de la pérdida

No todo el mundo experimenta el dolor con la misma intensidad ni lo siente de la misma manera, pero es imposible perder a alguien a quien se ha estado profundamente vinculado sin experimentar cierto nivel de dolor.

La negación de esta segunda tarea, es no sentir, bloquear los sentimientos y negar el dolor que está presente. A veces se paraliza esta tarea evitando pensamientos dolorosos. El objetivo de esta tarea es conseguir que no arrastres el dolor de la pérdida a lo largo de su vida.

Para superar esta tarea, es imprescindible que expreses tal como vives y sientes tus emociones, sin censuras, por horribles que te parezcan los sentimientos, debes dejarte espacio y expresarlo para liberarte de ellas. Las emociones pueden estar acompañadas por sensaciones corporales. También pueden aparecer trastornos de la alimentación y alteraciones perceptivas como ilusiones o alucinaciones. 

3.-Adáptate al ambiente en el que tu ser querido está ausente

En general puede que no seas consciente de todos los roles que desempeñaba la persona fallecida hasta algún tiempo después de su muerte. Quizás tengas desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeñaba tu ser querido. En esta tarea aprenderás a vivir, y tomar decisiones sin el otro/a; a desempeñar tareas que antes hacía con el difunto/a.

A pesar del dolor, la vida sigue a su propio ritmo y en ocasiones con exigencias importantes. El duelo nos obliga a solucionar los problemas que surgen de la carencia del ser querido.

En este momento debes desprenderte del tu ser querido sin que renuncies a su recuerdo.

 

4.-Retoma tus relaciones y continúa viviendo

Tu disponibilidad para empezar nuevas relaciones depende no de olvidar a tu ser querido, sino de encontrarle un lugar apropiado en tu vida psicológica, un lugar importante, pero que deja un espacio para los demás. Es importante que tengas en cuenta que es un proceso con altibajos porque, en ocasiones, en fechas señaladas, en aniversarios, se dispara de nuevo el dolor, la impotencia, la tristeza que creíamos superada.

En esta cuarta tarea, podrías encontrar algunos impedimentos: el apego al pasado. Algunas personas encuentran la pérdida tan dolorosa que se hacen la promesa de no volver a querer nunca más.

En cambio, la vida está llena de nuevas posibilidades y si así lo decides, podrás volver a disfrutar de nuevo, podrás volver a ser feliz y establecer nuevas relaciones.

5.-Final del duelo

Tras haber superado cada una de estas tareas llegarás al final del duelo, donde encontrarás motivos para vivir, y puedas dar gracias por todo lo vivido con tu ser querido y puedas así volver a vincularte con aquello que la vida te ofrece, sin olvidar, ni dejar de amar a quien estuvimos unidos, unidas, pues siempre permanecerán en tu corazón.

Hacia una nueva etapa de vida

Resolver un duelo es sentirse mejor, y para ello, como señalan John W. James y Russel Friedman requerirá de tu atención e intención de cambiar, tu fuerza de voluntad y valor.

Un duelo está resuelto cuando la persona es capaz de pensar en el o la fallecida sin dolor, lo que significa que consigue disfrutar de los recuerdos, sin que estos traigan dolor, resentimiento o culpabilidad. Sin descartar que pueda sentirse triste de vez en cuando, pero las acepta y además consigue hablar de esas emociones con libertad.

Otro signo del duelo resuelto es cuando conseguimos estar inmersos en el ciclo de la existencia, abiertos al fluir de la vida en una apertura a los demás, conscientes de que ello conlleva vulnerabilidad, y hasta la disposición a ser heridos. Dicho de otra manera, cuando la persona recupera el interés por la vida, cuando se siente más esperanzada, cuando experimenta gratificación de nuevo y se adapta a nuevos roles. Cuando la persona puede volver a invertir sus emociones en la vida y en los vivos.

 Los duelos, por muy dolorosos y complicados que resulten, pueden ser oportunidades excepcionales para nuestro crecimiento personal y realización, siempre y cuando seamos capaces de afrontarlos y de integrar la correspondiente pérdida.

La muerte de un ser querido nos confronta irremediablemente con el misterio de la vida, nos impone silencio y reflexión inevitablemente. El duelo quizá reclame nuestra verdad más grande y hermosa que tarde o temprano tendremos que afrontar: el ser espiritual que somos, el amor que somos nunca muere.

El ser querido queda habitando para siempre en algún lugar del corazón en el que domina más la alegría porque sucedió, que la pena porque terminó.

Su Presencia sigue viva y permanece en tu corazón

 

Consejos para afrontar el duelo

  • Respeta el poder del duelo: has de saber que te puede afectar psicológica, física y espiritualmente de forma intensa y a veces sorprendente. Sé amable contigo mismo.

  • Puedes pensar que es fácil suprimir el dolor o evitarlo con distracciones u ocupaciones, pero al final el dolor saldrá a la superficie. El duelo te exigirá que le prestes atención.

  • Permanece abierto al dolor de tu corazón roto.

  • Expresa tus sentimientos. Las lágrimas son testimonio de tu amor. Y las lágrimas que brotan del amor ayudan a la curación y a la renovación.

  • Sigue conectado a los otros. Necesitas su presencia, apoyo, su atención, sus abrazos.

  • Date permiso para sentirte bien. Reír con los amigos, hacer bromas. Vivir tu vida plenamente no es traicionar el recuerdo, sino cumplir una promesa a alguien que querría solamente lo mejor para ti.

  • Tu duelo es único. Viene definido por tu relación particular, tus circunstancias específicas y tu propio temperamento. Ignora los intentos de los otros de decirte cómo debes sentirte y por cuanto tiempo.

  • Esta situación dolorosa puede ser también una oportunidad. Ya sabes lo que es sentirse vulnerable y con dolor. Usa este conocimiento para acercarte a los otros que están sufriendo.

  • Habla con la persona que ha fallecido. El amor entre vosotros dos es un vínculo que la muerte no puede romper.

  • Honra a tu ser amado con tus propios recuerdos y los de los otros. Esta celebración hará que tu ser amado permanezca contigo como parte de ti.

  • Perdónate. Por estar enfadado o desilusionado con los otros, incluyendo a la persona que murió y te dejó; por haber sido incapaz de evitar la pérdida; por todo lo que desearías haber hecho o no haber hecho.

 

Si necesitas ayuda en tu proceso de duelo, te animo a que contactes conmigo, sin ningún compromiso.

Estaré encantada de asesorarte!

Silvia Prats

-Psicóloga CV12339

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